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La fábrica de generadores eléctricos ubicada en Sastre enfrenta una fuerte caída en la producción y despide a empleados con décadas de antigüedad. Los trabajadores temen por la apertura de importaciones y el futuro de la industria local.

La empresa DBT, más conocida en la localidad santafesina de Sastre como Cramaco, despidió en la última semana a 16 trabajadores, debido a una drástica caída en las ventas. De acuerdo con empleados de la fábrica, la producción se encuentra prácticamente paralizada, con un stock acumulado de 120 generadores y ventas mensuales que no superan las 12 unidades.

Jorge «Tuna» Herrador, trabajador de la empresa y exdelegado de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), explicó que la situación viene agravándose desde hace meses. “Tenemos un stock que no se mueve, y aunque seguimos produciendo alternadores, esa parte también está un poco parada», comentó Herrador en diálogo con Conclusión.

Entre el viernes 27 y el lunes 30 de septiembre, la empresa despidió a 15 empleados, a los que se sumó un retiro voluntario, en su mayoría operarios con varios años de antigüedad. “Lo veíamos venir. Se despidió a compañeros con más de 20 años de antigüedad y también a chicos que llevaban un año o menos», detalló el trabajador, que lleva 26 años en Cramaco.

Un futuro incierto

La preocupación entre los empleados no solo gira en torno a la caída de las ventas, sino también al riesgo de una posible apertura de importaciones, que podría agravar aún más la situación. Herrador destacó el peligro que representan los productos importados, en particular los alternadores fabricados en China, que compiten directamente con la producción local. «Si empiezan a traer alternadores de afuera, podría haber más despidos», advirtió.

La gerencia de Cramaco emitió un comunicado donde explican que la situación económica nacional e internacional los ha obligado a reestructurar la compañía, aunque aseguraron que las decisiones no están vinculadas al desempeño de los empleados despedidos.

A pesar de la incertidumbre, Herrador señaló que la empresa sigue abonando los sueldos sin problemas. “Con los sueldos no tenemos ningún problema, se pagan al día, pero la baja en la producción y la falta de compra de materiales nos preocupa”.

Impacto en Sastre

El efecto de los despidos ha golpeado fuerte en la comunidad de Sastre, una localidad de menos de 6.000 habitantes, donde Cramaco es una de las principales fuentes de empleo. “De los despedidos, la mayoría son de acá. Ahora hay quince familias sin un sueldo, y en un pueblo tan pequeño, las opciones laborales son limitadas”, lamentó Herrador, quien también expresó su preocupación por el futuro de la producción.

En el pasado, Cramaco empleaba hasta 150 personas, pero con los años ese número ha disminuido. La empresa, fundada en 1947, ha experimentado varios ciclos de altibajos, influidos por las políticas económicas y los cambios en el panorama industrial local e internacional.

El desafío de las importaciones
La apertura de las importaciones ha sido una constante amenaza para la industria nacional. Según Herrador, «la mano de obra argentina corre peligro de ser reemplazada por productos extranjeros más baratos, lo que podría significar el cierre de la planta en el futuro». En este sentido, advirtió que las consecuencias para los trabajadores y sus familias serían devastadoras.

Con una situación cada vez más crítica, la comunidad de Sastre teme que las recientes desvinculaciones sean solo el comienzo de una crisis más profunda en la industria local.

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