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El Ing. Agr. Nahuel Reussi Calvo, especialista de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Plata e investigador adjunto del Conicet, analizó cuánto de la brecha de rendimiento se debe a la nutrición y cuánto al manejo de suelos.

NOTA NAHUEL REUSSI CALVO – ING. AGRÓNOMO

Nahuel Reussi Calvo, especialista de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Plata e investigador adjunto del Conicet, analizó cuánto de la brecha de rendimiento se debe a la nutrición y cuánto al manejo de suelos.

El ingeniero remarcó que, en la actualidad, se registra una mayor demanda y una menor oferta natural de nutrientes en los lotes de producción agrícola argentinos y que la respuesta a la nutrición varía con la condición de salud del suelo. Asimismo, señaló que la contribución de la nutrición aumenta con los años de agricultura y que la reducción de las brechas de rendimiento se obtiene por un efecto combinado de la disponibilidad de nutrientes y la mejora en la salud edáfica.

“La nutrición es condición necesaria pero no suficiente”, advirtió Reussi Calvo, al tiempo que destacó la importancia de hacer un diagnóstico y monitoreo de nutrientes adecuado y considerar las interacciones entre las distintas prácticas de manejo que afectan su disponibilidad.

“Los rendimientos de los principales cultivos extensivos de Argentina y, por ende, la demanda de nutrientes se ha incrementado en los últimos 20 años. La tasa de crecimiento de la producción total de granos alcanzó 4,17 millones de toneladas por año como consecuencia de la mayor participación del cultivo de maíz, sin embargo, en la actualidad existe una brecha entre los rendimientos actuales y los alcanzables en secano que se ubican entre el 35% al 50%”, contó el ingeniero.

Las causas de esa diferencia son varias, desde la salud del suelo hasta las prácticas de manejo de cultivos. “La falta de rotaciones con pasturas y la disminución de la frecuencia de gramíneas en la rotación, sumado al bajo uso de fertilizantes, han producido una notable disminución de los niveles de materia orgánica de los suelos de la región pampeana y, por lo tanto, la oferta natural de nutrientes. Así, dependiendo del tipo de suelo y textura, hoy en día solo existe el 50% del nivel original de materia orgánica”, dijo Reussi Calvo.

Cuando se agregan nutrientes, la respuesta de las plantas puede seguir distintos patrones dependiendo de la salud edáfica de cada uno de los suelos. En los que están muy degradados, con la nutrición no alcanza para producir más granos mientras que en los suelos sanos, la nutrición es el principal factor para reducir la brecha de rendimiento. En tanto que en los de degradación intermedia, la nutrición contribuye, pero las limitaciones del suelo suelen impedir la disminución de esa diferencia de rindes. En este último caso, la mejor estrategia es la combinada: mayor nutrición y más salud edáfica.

Reussi Calvo indicó que la brecha de rendimientos se incrementa en forma lineal a medida que aumentan los años de agricultura continua. Uno de los motivos es que se deteriora no solo la fertilidad química sino también la física. En la actualidad, la mayor parte de los lotes bajo producción agrícola de la Argentina presentan más de 15 años de agricultura y en estas condiciones, ensayos realizados en distintas zonas del país demostraron que la nutrición balanceada con nitrógeno, fósforo y azufre contribuye entre un 15% a un 47% de los rendimientos de soja, maíz o trigo. Pero lamentablemente, los balances de nutrientes en los cultivos han sido históricamente negativos en Argentina.

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