Gerardo Soriano formó parte de los brigadistas santafesinos que combaten los incendios en el sur.
Los brigadistas voluntarios no preguntan demasiado. Cuando reciben una orden o un pedido de auxilio, venga de donde venga, salen a prestar servicio hermanados contra un enemigo común: el fuego de un incendio forestal que ya devoró miles de hectáreas de bosques nativos de Neuquén y que demanda la lucha infatigable de 350 bomberos de distintas provincias del país.
A los pies del volcán Lanín, en una estancia de gramilla reseca, las carpas azules de 40 brigadistas santafesinos se alinean de forma prolija bajo el sol agresivo de la tarde. Allí descansan ellos, Los Ángeles de las Cenizas, como se autodenonimaron en un grupo de WhatsApp. «Venimos de toda la provincia, del norte, del sur, no nos conocíamos de nada, nos conocimos acá», contó Fernanda.
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