Tras dos años sin poder realizarse debido a la pandemia, este fin de semana largo miles de personas se dieron cita en el barrio Los Lagos de La Banda (Sgo. del Estero), para celebrar el cumpleaños de la abuela mas famosa del país.
Por Marcelo Jara…
Cae la tarde en Los Lagos, el calor agobia, y ahí están los cuerpos transpirados, entregados al placer del encuentro, dos años es mucho tiempo de espera. Sobrevuela permanentemente el espíritu que nos nuclea cada agosto y un nombre que es el vórtice de tanto movimiento, Maria Luisa Paz de Carabajal.
Se acerca la hora de la misa carabajalera y de a poco van llegando a la casa emblema los integrantes de la familia, los está esperando la Chichi y el Oscar, ella, una especie de capitana del equipo está atenta a todo, es la hora del mate cocido y la torta asada, y de recuerdos, siempre. Ahí andan Peteco, Roberto, el Musha, Graciela, el tío Cuti y cámaras que retratan el detrás de escena.
Hay una concentración especial, cómo si se fuese a jugar un partido muy importante, con una familia folklórica muy futbolera, y llegan las 6, y comienza la ansiedad, el emisario pregunta a Fily y Edi cómo viene la grilla, con la respuesta se decide, en 10 salimos. Mucha gente, difícil acceder desde el patio, sin embargo deciden ir en fila india tomados del hombro por el medio y llegar finalmente al escenario. Esta vez Juanjo los presenta al público con mucha sabiduría y arrancan los primeros acordes. El momento central de la fiesta está en marcha, el espíritu de la abuela está ahí arriba con esa treintena de gajos desprendidos del árbol frondoso, de un caso único en el mundo.
Transcurren los minutos y se cantan arriba y se cantan abajo las canciones que nos contienen, esas que sabemos todos. Habita el espacio una energía especial que lo hace mágico. Y llega el final, y en la última piden déjame que me vaya, y el público accede, y los deja, sabiendo que pal año nos volveremos a encontrar en este lugar, y lo viviremos cada uno desde su lugar, desde su elección, pero habrá un momento sublime, ese que acabamos de vivir, que en procesos históricos ya es pasado, pero en el proceso sensible del camino es alimento para el alma, y ya empezamos a añorar, empezamos a extrañar, pal agosto que viene otra vez viviremos ese momento único e irrepetible.
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